Hay amores que no se explican, que no se miden, que simplemente existen con una fuerza que trasciende el tiempo y las palabras. El amor de una madre es así: un faro resplandeciente en la tormenta, una luz constante que ilumina nuestro camino incluso en los días más oscuros. Es el abrazo que reconforta, la palabra que inspira y la fuerza silenciosa que nos impulsa a ser mejores

No hay una sola forma de ser madre. Algunas nos trajeron al mundo, otras nos acogieron en su corazón. Hay madres que son abuelas, tías, amigas o figuras que, con su cariño desinteresado, han tejido lazos que van más allá de la sangre. Cada una de ellas, con su amor único y poderoso, transforma el mundo en un lugar más cálido, más humano, más lleno de esperanza.

El amor incondicional merece ser celebrado con la misma intensidad con la que se vive.

A todas las madres, las que están cerca y las que viven en nuestros recuerdos, las que nos dieron la vida y las que nos enseñaron a vivirla: ¡Feliz Día de la Madre! Gracias por hacer de este mundo un lugar más cálido y lleno de amor