Cuando el frío se instala y las calles se visten de gris, un ramo de flores es un sol entre las sombras. En esta ola polar, regalar flores no solo es un gesto estético: es un acto de calor humano. Porque hay colores que abrigan y aromas que reconfortan más que una manta.
Un ramo pensado para una amiga no es solo belleza, es presencia. Es decirle “te pienso” en pétalos tibios, en tonos que contrastan dulcemente con el invierno.
Y para quienes buscan que ese abrigo dure más allá del instante, los jardines en cerámica —con sus suculentas resilientes, piedras moradas o rosas, y formas delicadas— llevan un poco de primavera al hogar. Sumale un blend de té para perfumar la tarde, o una vela que invite a pausarse y disfrutar.
En esta estación helada, hay regalos que no abrigan el cuerpo, pero sí el corazón.